domingo, 19 de octubre de 2008

Viaje a Zermat (II)

[Hay una entrada previa que debes leer si esta es la primera vez que oyes hablar de Zermat]

Las 7, comienza nuestra excursión... pero no sin desayuno! Laura nos sorprende a todos y saca de su mochila un bol, una cucharilla, unos cereales y un brick de leche. Es una chica preparada para la montaña. El resto no hemos traído nada, así que vamos al supermercado y compramos diversas guarradas y en mi caso, una kitch de espinacas con rodajas de tomate natural. No está mal para empezar el día :-)


De izq. a dcha: Yo (y mi danup), Alberto (y su delicia de almendras), Alba e Ignacio.



De izq. a dcha: Yo, Mono, Alberto, Ignacio, Alba. Laura nos hacía la foto


Antes de salir hacia Zermat yo sabía que íbamos "a la montaña", pero no tenía ni idea de para qué. En Lausanne hacía calor y supuse que "en la montaña" no haría demasiado frío, por lo que dejé guantes, gorro y abrigo gordo en casa. En el momento de hacer la foto estábamos a 1500m muertos de frío, me acababa de enterar de que el objetivo era subir hasta 3200 (Gornegrat) y me estaba acordando de esos guantes, ese gorro y ese abriguito gordo.


Vista del Cervino desde el pueblo. No íbamos ahí pero nos acompañaría todo el camino.


Laura es la que dirige la excursión (y la que anima la noche), pero parece que no tiene muy claro el camino de salida del pueblo. Vamos hacia arriba porque sabemos que un punto a 3200 metros está por encima de otro a 1500, pero pronto la conciencia del grupo comienza a recelar de nuestra dudosa guía. Tras andar un rato aparece un coche Zermattiano y lo paramos poniéndonos en mitad de la carretera. Dentro de este coche van ¡2 gallegos! que llevan unos cuantos años viviendo ahí y nos confirman que vamos por buen camino, además de darnos más señas para llegar a nuestra pista.

Hablo de coche Zermattiano diferenciándolo de un coche normal porque en Zermatt están prohíbidos los coches de gasolina. Esto es muy bonito porque no hay humo ni ruido por las calles, pero a la vez es muy peligroso: ¡los coches eléctricos no hacen ruido! Vas andando por la calle, oyes un ruido e inmediatamente pasa un carricoche a toda velocidad por tu lado. Supongo que los nativos están hartos de los felices extranjeros que pasean por el idílico pueblo... por el medio de la carretera.


Carricoche de golf adaptado a Zermatt


Gracias a las indicaciones de nuestros amigos gallegos encontramos el inicio de nuestra senda ( el cartel que pone Gornegrat también ayuda). Personalmente tengo la incertidumbre de saber si llegaremos: son 1600 metros de desnivel en 3h 30 y el estado de forma de alguno de l@s excursionistas no es envidiable. Me guardo mis pensamientos y seguimos andando, pero mis temores no son infundados. Como somos excelentes montañeros, poco a poco nos vamos separando: Mono va muy por delante, yo voy el siguiente y el resto son más listos y se mantienen unidos. Yo espero un par de veces al resto del grupo, pero de Mono únicamente sabemos a través del móvil.

Tras parar un poco y reponer fuerzas, me vuelvo a separar del grupo. Llevaba un rato andando solo cuando me llama Mono y me hace ver que estoy en el camino equivocado. Miro hacia arriba y ahí está él, en un camino escarpado pero que va mucho más directo: me toca subir monte a través agarrándome a matorrales y semi resbalándome en la hierba escarchada. Mono pasa más miedo viéndome subir que yo subiendo, pero consigo llegar a buen puerto. Las cabras montesas me miran ninguneando mi hazaña.

Poco a poco el sol va pegando. En la primera cuesta me había quitado el abrigo, ahora me quito la chaqueta y el suelo se quita su congelamiento para dar lugar al barro, lo mejor para andar con zapatillas de deporte. Por caminos distintos pero todavía vivos, el grupo consigue reunirse en una explanada donde hacemos un alto en el camino para dar buena cuenta de galletas, chocolate y toda comida que sacamos. Aún queda 1h 30 para nuestro destino y todos pensamos que no puede ser peor que lo que hemos hecho hasta ese momento, así que echamos a andar con más ánimo, unos por el camino y otros monte a través.


¡¡¡Aim de quing of de guorld!!!



Mono y yo conversando en la distancia


Como la cuesta es menos pronunciada podemos respirar mejor, y como podemos respirar hacemos más fotos y más tonterías.


Mono con el cervino detrás. ¿Os recuerda a alguien?


Seguimos andando hasta llegar a un lago, donde volvemos a parar un rato.


Laura, yo, Alberto, Mono, Ignacio y abajo, Alba




¡Qué bonito!


Total, que estamos en el lago, tenemos hambre y pensamos que estamos al lado. Mirando hacia la cima no parece estar muy lejos, unos 30 min. Mono y yo, más machos que nadie, decidimos que queremos llegar rápido: pasamos del camino y nos lanzamos pendiente arriba. Poco a poco avanzamos, dejamos muy atrás al resto, nos acercamos a la cima, ya estamos ahí y... no es la cima. Aparece otra cima detrás de la cima. Resoplamos, y nos lanzamos a por ella también. Voy a morir, pero queda poco, últimos metros de desnivel, hacemos cumbre y sí señores, ahí está, otra cima más lejana. Sólo podemos reirnos y seguir hacia adelante, ¡pero ahora seguro que es la de verdad!

Una característica de Gornergrat es que hay mucha gente, muchos de ellos de edad avanzada. Esto no se debe a que en Suiza sean súper hombres, sino a que hay un tren que te sube hasta la cima (a la de verdad). Y si hay mucha gente, hay tiendas. Una vez llegas ahí ves un cartel que dice "El centro comercial más alto de Europa". También hay tiendas pijas en las que no me pude fijar debido a mi cansancio. Esto te quita la sensación increíble que debe ser hacer cima en un 3000 "de verdad", donde debería haber poca gente y silencio, no ascensores para que los abuelillos puedan salvar los 20 metros de desnivel que hay desde el tren hasta el restaurante.


El tren a Gornegrat con nieve. Cuando fuimos no la había.


Pero allí estábamos nosotros: orgullosos, reventados y sabiéndonos (¿o creyéndonos?) superiores por haber subido andando. Tras esperar un buen rato llega el resto del grupo, grupo que por cierto quería hacernos bajar al restaurante porque había una cuesta mu grande hasta donde estábamos nosotros. Dejando esta última ruindad aparte, hay que destacar que pese a mis miedos todos conseguimos subir, disfrutamos de un día espectacular y, para la mayoría de nosotros, ¡hollamos nuestro primer 3000!


Mono, Alba, Laura, Ignacio y yo, y delante Alberto


Sí señores: a 3200 metros, en manga corta y comiendo un bocadillo de jamón. Todo un ejpañol. Y para terminar de dar la nota...


"¡Menudo cuerpazo el de la derecha!", resonaba por la cima de Gornegrat


Paralela a toda esta historia corría otra de dimensiones esperpénticas. Bernat y Jorge, dos compañeros de erasmus, habían venido a Zermatt en el primer tren de la mañana para subir con nosotros. Hasta aquí todo bien: dos personas montañeras, amantes de la naturaleza y deseosas de respirar aire puro. Vuestra imagen de Bernat y Jorge, Los Bucólicos, dará un pequeño giro cuando os diga que la noche anterior salieron por ahí hasta las 5, volvieron a casa, cocinaron pasta con calamares, se montaron en el tren todavía borrachos y llegaron como se habían montado y sin apenas haber dormido. ¿Se os ocurre alguna manera mejor de afrontar una dura ascensión?

Su tren no llegaba hasta las 9:15, así que decidimos no esperarles con la esperanza de que nos pillaran, pero a mitad de camino se pararon a desayunar su pasta con calamares. Hay cada uno que desayuna unas cosas más raras...

Por no alargar (más) la entrada, describiré la ascensión final de Bernat. Su pierna derecha no funcionaba y sólo la arrastraba; tenía los párpados hinchados y la cara empapada y desencajada; no llevaba mochila. Todo esto debió llevar a la gente a pensar que Bernat no sabía no donde estaba y que se había confundido, que era un borracho que había confundido el camino de vuelta a casa: le ofrecían agua, comida, y ayuda, y a él sólo el hecho de tener que articular palabras para rechazar la ayuda le costaba un esfuerzo ímprobo.

Tras dejar tiempo a Los Bucólicos para recuperar pulsaciones -no las tenían cuando llegaron arriba- tocaba pensar en la bajada. Nuestro tren salía a las 7, eran ya las 4:30, no teníamos ni idea de cuanto nos costaría bajar; Bernat y Jorge ni se planteaban bajar andando; sí, cogimos el tren para bajar. Mono y Laura bajaron andando porque se quedaban una noche más en Zermatt, así que nos despedimos y nos montamos en nuestro trenecito de duros montañeros. Ya no me sentía (ni me creía) superior a mis compañeros de avanzada edad.

Llegamos a Zermatt antes de lo que esperábamos y nos tocó esperar un buen rato, que aprovechamos jugando un burro de consecuencias fatales para alguno de los jugadores y que quizá algún día cuente. Las 7, nos montamos al tren; las 10, estamos en Lausanne, fin del viaje. Todos estamos muy cansados pero muy contentos y con ganas de repetir pronto. Y yo me despido aquí, hasta el próximo viaje o suceso que me acaeciera o acaeciese.

(Hay una fiesta en una residencia, pero yo sé de unos cuantos que no vamos a ir. Pero sí, Bernat es de los que sí que va. Hay gente hecha de otra pasta.)

jueves, 16 de octubre de 2008

Malinterpretaciones de la lengua

La semana pasada era el ultimo día de trabajo del que hasta entonces había sido mi compañero, Martijn. En las 3 semanas que estuvimos juntos llegamos a llevarnos bastante bien. De hecho, el primer dia nos fuimos a comer juntos, se le olvidó la cartera y tuve que dejarle dinero. El segundo día fuimos a comer juntos, se le olvidó la cartera y tuve que dejarle dinero. Ya sospechaba que era una táctica para:

a) amedrentar al nuevo
b) deshacerse de mí; estaba muy bien solo
c) sacarse comidas gratis

Pero no. El tercer día no sólo me devolvió lo de los 2 días anteriores sino que fui yo -en una venganza inconsciente- el que se olvidó la cartera y al que tuvo que dejarle dinero. Después de un inicio así, estábamos preparados para grandes intimidades.

Como decía, se fue la semana pasada. Pocos días antes de irse me dijo que había cenado en un restaurante caro. Le habían dado jamon con tostadas (bocadillo de jamón pero version 60€) y le había gustado mucho. Le dije que tenía jamón en casa y se le pusieron los ojos como platos, así que le prometí que antes de que se fuera llevaría al trabajo.

Y dicho y hecho, el martes por la noche, a la vez que metía el ordenador metí no solo un paquete de jamon sino -con mucho dolor y sacrificio- también uno de lomo. En el trabajo somos 6 o 7, con lo que un paquete de jamon no habría sido suficiente.

Miércoles, media mañana, las 11:30, el hambre empieza a apretar.

(transcribo en inglés porque este es un blog de la élite intelectual, así que todos lo entenderéis)

- Martijn, I've brought a gift

Me agacho a la mochila y saco el paquete de jamon y de lomo, mi estomago ruge; Ignacio lo mira con hambre y Tobias (aleman), a pesar de no saber muy bien lo que es, deja lo que está haciendo y se prepara para almorzar.

- Oh, thank you! -dice Martijn sonriendo. Coge el paquete de jamon, coge el paquete de lomo, los mira, sonríe; me vuelve a decir gracias... y los mete a su mochila -

Es uno de esos momentos en los que la fuerza del impacto es tal que no sabes responder; soy consciente de que el fallo está en una palabra: gift. Pero en la cultura española está tan arraigado que si te regalan algo de comer -¡y en el trabajo a la hora del almuerzo!!!- tienes que compartirlo, que no soy capaz de reaccionar o -mas bien- no encuentro la manera de decir -¡de gritar!- que esa comida es para todos. Me resigno: he fracasado.

El día pasa, Martijn y yo nos despedimos pero yo sé -él no- que la relación entre nosotros nunca volverá a ser la misma: me he quedado sin jamon, sin lomo y con hambre. Y con ninguna de estas 3 cosas se juega, chaval. Algún día volverás, algún día te olvidarás la cartera; yo te estaré esperando y cuando me pidas dinero te diré dónde está mi jamón y mi lomo ahora, eh, ¿¿¿EH???

lunes, 13 de octubre de 2008

Viaje a Zermat (I)

Después de una entrada negativa, toca una positiva.

Como ya indiqué, el viernes habíamos planeado un viaje. En principio pensábamos salir a las 4 pero como yo no podía, retrasamos la salida a las 5:20, que había otro tren. Salí asqueado del trabajo, llegué a casa a las 16:25 y a las 16:45 Alberto, Ignacio y yo íbamos camino al autobús para ir a la estación de tren. (Luego descubrí que mi equipaje no estaba tan completo como yo pensaba, pero la verdad es que en esto no influye demasiado que tenga 20 minutos o 3 horas...)

Habíamos quedado en la vía con Mono (sí, Mono) y Laura. Llegamos corriendo a la estación, corriendo a comprar el billete y corriendo a las vías. De tanto correr, se nos olvidó preguntar el andén al que teníamos que ir, y nuestro destino no aparecía en los paneles de información. Ignacio, tomando el liderazgo del grupo, quería subirnos al tren a Berna "porque tiene que ser hacia allí", pero por supuesto no quería preguntar (es un chico tímido). Alberto y yo nos negamos a subir a un tren sin tener la certeza de dónde nos llevaría, así que preguntamos a los que tenían cara de saber: teníamos que ir a la vía 3, el tren a Brig; Berna tendrá que esperar. Corriendo otra vez hacia la vía 3, nos encontramos con Laura y Mono, pero todavía faltaba Alba... El tren llegó y, para nuestro alivio, también lo hizo Alba. ¡Viajeros al tren!

¡Pero menudo ten! No sólo no había sitio, sino que había gente hasta en las zonas en las que los vagones se acoplan. La cosa mejoró tras la primera parada: podíamos estar de pie en el pasillo de los asientos. Digo que la cosa mejoro porque poco a poco nos fuimos sentando todos (y durmiendo algunos), pero creo que el resto de pasajeros no apreció demasiado nuestra compañía: los españoles tenemos un volumen de voz al que las orejas suizas no están acostumbradas; si a esto unimos que estábamos sentados en distintas filas y que entre nosotros había alegres y dicharacheros andaluces, el resultado es una colección de poco amistosas miradas helvéticas.


Más o menos así nos miraban


Llegamos a Zermatt sobre las 20:30, un pueblo con casitas de madera, bonitas calles y... el sitio más caro para esquíar de Suiza (o eso me dijeron). Esto último significa que había McDonalds y todo tipo de tiendas, restaurantes y hoteles de lujo. Nosotros fuimos al más lujoso: hostal matterhorn, 20€ la noche y donde los 6 compartiríamos una habitación. Teníamos hambre y el día siguiente iba a ser duro, así que bajamos a cenar (jamón del güeno + pan + tomate + aceite de oliva + sal = muy buena cena), y a las 10:30 ya nos subimos a la habitación. En esto que descubro que (¡qué raro!) me he olvidado el pijama y el saco. Como en tantos otros viajes, me toca dormir en calzoncillos y camiseta y directamente en contacto con una gastada manta de felpa.

Las 11, buenas noches, todo el mundo a dormir. Pero no, no me puedo dormir: me he despertado a las 7, llevo toda la semana durmiendo poco y he pasado el día haciendo el idiota, pero no me puedo dormir. Pasa el rato, no sé cuanto, doy vueltas, pero no me entra el sueño. Y entonces, en medio de la noche escucho a Laura decir -sin tono sexual- "¡Ay que gustito, que gustito, que gustito!" con voz de estar realmente a gustito. Por lo que se ve, Laura habla por la noche y vocaliza y se expresa perfectamente: ¡no sé que estaba haciendo pero realmente daba envidia lo a gustito que estaba! No puedo evitar reirme, y pronto todos menos Alberto nos estamos riendo. Mono alumbra a Laura con una linterna y Laura responde "¡Mono que estoy despierta, estoy bien, estoy despierta, déjame en paz! Alberto sigue durmiendo y Alba, altruista que es, le despierta. Alberto no se entera de nada y pregunta...

- ¿Qué hora es?
- Las 7 tío, se me ha hecho cortísima la noche... -respondo yo-
- Puuuffff -Se levanta y se estira en medio de la habitación, mientras todos (menos Laura, otra vez dormida) contenemos la risa-

Se vuelve a sentar en la cama, con la cabeza entre las manos

- Venga Alberto, ve al baño que estas ya levantado -parece que empieza a olerse algo y vuelve a tumbarse-

- Hasta que no vayáis alguno, yo no voy -refunfuña desde la almohada-

Todos nos reímos y, tras tocarle un poco más las narices, es hora de volver a dormir.

7 AM

Ahora sí, las 7, comienza nuestra excursión...

(A todo esto, a mitad de noche me despierta laura partiéndose de risa y diciendo algo de una botella abierta. Yo, medio dormido, me río con ella. Al día siguiente le preguntamos y no se acordaba de nada, ni de hablar con Mono y decirle "estoy despierta, estoy bien, estoy despierta")

Continuará...

viernes, 10 de octubre de 2008

Analicemos mi situación...

En una esquina tenemos al maravilloso punto 1:

1- No soy el tío más contento de mi empresa porque...
1.1 Trabajo mucho más de lo que esperaba.
1.2 Hago trabajos que no tienen que ver con mi proyecto, y querrían que hiciera más aún.
1.3 Se supone que estoy de erasmus pero no salgo entre semana, me levanto todos los días a las 8 y vuelvo a casa a las 6.
1.4 No me pagan

En la otra esquina del ring tenemos al Sr. Punto 2:

2- Estoy en un stand de nuevas empresas donde
2.1 Tengo que vender las bondades de la empresa
2.2 Tengo que reclutar a nuevos ingenieros para que "trabajen" con nosotros. Donde trabajar no implica cobrar, claro (pero ellos no lo saben)
2.3 Llevo aquí desde las 8:45 y han pasado 3 personas
2.4 No he hecho absolutamente nada útil en todo el día, y menos aún que tenga que ver con mi proyecto
2.5 Le he dicho a mi jefe que si me podía ir antes porque me voy de viaje con mis amigos y me ha dicho que no
2.6 En definitiva, ¿qué pinto yo aquí?

Sé lo que me vais a decir todos (lo que casi todo el mundo me dice), pero por otro lado el proyecto es chulo y me da miedo dar el salto e irme de la empresa quedándome sin nada... En fin.

miércoles, 8 de octubre de 2008

El mundo es un pañuelo, v1.0

Pues sí señores, qué casualidades hay en la vida.

La semana pasada entró a trabajar un chico español a mi empresa. Es de Vinaroz pero ha estudiado en Barcelona, hasta aquí nada apasionante. Pero hoy, hablando en la comida, hemos descubierto que compartió habitación 1 año con mi primo Borja!

Ya es coincidencia, la de gente que hay estudiando en Barcelona y le toca mi primo.

PD: La china se fue el sábado :( :( Me quedé con su tabla de cortar (que me la habían robado/deslocalizado), un cuchillo suyo (el mío también deslocalizado) y su jabón de lavadora para ropa blanca, pero se olvidó de dejarme sopa hecha.

viernes, 3 de octubre de 2008

Mi mamá china en Suiza

Segunda entrada consecutiva donde menciono a mi madre, ¡lo siento Mamá, sé que no te gusta! Pero es que esto te va a gustar aún menos: he encontrado otra mamá en Suiza.

El miércoles fue el día de la adopción. Llego de trabajar, las 6, estoy cansado pero decidido a hacer deporte, y es que si no me pego el día sentado y sin hacer nada interesante. Voy hacia mi habitación y un delicioso olor me aborda desde la cocina. Husmeo un poco el aire, snif, snif, ummm, comida china... asomo la cabeza y veo a María (mejicana) y a Senyu (o algo parecido) haciendo una especie de tortillas de harina, tipo pan de pita, y cocinando diversas cosas.

Entro, saludo, y estoy un rato hablando con ellas. Estoy ahí 10 minutos viendo como cocinan y generando jugos gástricos (normalmente como a la 1, así que a las 6 tengo hambre), y por fin decido ir a correr. Tímidamente les digo que me guarden algo "para probar".

Vuelvo de correr, estoy cansado y sudado y me dirijo a mi habitación, pero ahí está Senyu con comida esperándome. Me siento, cojo un trozo de tortilla, pongo un poco de relleno (vegetal) y lo pruebo: buenísimo. Deben verme ojos ansiosos (ya sabéis como soy con la comida) porque me dicen que coja sin miedo, y acabo comiendo el que más: revuelto de una planta china extraña, una sopa densa y más pan con vegetales. Me despido satisfecho y agradeciendoselo mucho a la mujer, que se pone muy contenta de que me guste su comida:



Según consigo entender, se va mañana jueves a algún lado, pero no sé donde.

Jueves

Vuelvo de trabajar, las 6:30. Entro a la cocina pero ahí no hay nadie, pero sí que hay un perolo de sopa china... Voy hacia mi habitación y de repente escucho a María y Senyu bajando. Parece que no se ha ido! Pienso rápido y ruinmente: me hago el remolón en la puerta, hago un poco de tiempo y cuando ellas van a salir de la escalera, ¡tachán!, hago como que acabo de llegar: ¡funciona! Me tomo dos cuencos de sopa china (esta vez con harina, mejor que la anterior) y más revuelto.

Me vuelvo a despedir feliz y contento, pero parece que hoy o mañana se va definitivamente.

Viernes

Vuelvo de trabajar y me voy a hacer la compra. A las 7:15 llego a casa, voy a mi cuarto y vacío la mochila, salgo a la cocina... ¡y ahí está Senyu! ¡Y con una cacerola con sopa! Me ha dicho que ella ya ha cenado, pero que cuando cene coja un poco de sopa, y eso voy a hacer ahora, osea que si me disculpáis, estaré tomando sopa china :-)

PD: Creo que mañana se va. O eso he vuelto a entender, vaya. Igual cuando dice "I am leaving tomorrow" en realidad quiere decir "Tomorrow I will feed you again". Yo sólo sonrío.