jueves, 18 de diciembre de 2008

Cena de navidad, amigo invisible y patetismo regalil

Ayer miércoles fue la cena de navidad en la residencia, a la que estábamos invitados los mismos que al amigo invisible + algún añadido, como el hermano de Diego, que está de visita.

Los italianos hicieron pizza y a los españoles nos pidieron que hiciéramos tortilla de patata, a lo que les respondí que por ahí, que estaba harto de hacer tortillas (hemos hecho 75 huevos en 1 mes y medio) y que esta vez hacíamos otra cosa. Propuse hacer arroz con leche, pero unas chicas se adelantaron diciendo que iban a hacer galletas, así que nos tocaba hacer algo que no fuera postre.

Tenía claro que no quería hacer tortilla, la paella no entraba en mis planes, las tapas tampoco y el gazpacho no era víable. En esto, mi padre sugirió un plato castizo: ¡guacamole!. No engañamos a nadie y todos dijeron que el guacamole era un plato mejicano y no español, pero el plan siguió adelante.

Como casi siempre, envíamos a Ignacio a comprar al supermercado aguacates y nachos. Los primeros tenían el problema de que estamos en Suiza y que no compramos en los mejores supermercados del país y, por lo tanto, estaban bastante -muy- verdes. En cuanto a los nachos, hubo un pequeño fallo de cálculo y tuvimos que ir corriendo a una gasolinera a comprar más.

Siguiendo la receta, partimos todos los ingredientes lo más fino que pudimos y lo echamos todo en un bol grande. He de decir que, una vez lleno de todos los ingredientes, mis esperanzas de obtener un guacamole eran muy escasas: el tenedor se doblaba antes de conseguir chafar siquiera un trocito. Pese a mi desaliento, Ignacio comenzó a usar y buscar diversos utensilios hasta encontrar unas varillas, que salvaron nuestra noche. Usándolas a modo de mortero, conseguimos machacar parte del guacamole y mezclarlo aceptablemente con el tomate y la cebolla. Es una pena pero creo que no hay fotos, y he de decir que al final quedó un guacamole bastante rico, a todo el mundo le gustó y se acabó bastante rápido.

En cuanto al resto, las pizzas estaban muy buenas pero frías, porque cuando acabaron de cocinar la última, hacía un buen rato que había salido la primera. Y las galletas, puf! riquísimas: de mantequilla, de no sé qué y una especie de rosquillas. Para haceros una idea de lo que comí, esta mañana apenas he desayunado, cuando me suelo poner como un cerdillo.

Y ahora, la parte jugosa de la entrada: ¿qué le he regalado a Calzones Man? Lo dejaré para el final, así capturo vuestra atención.

A principios de diciembre, los que quisimos del primer piso pagamos 10 francos a Michael (un veterano de la residencia) para que comprara decoración navideña, árbol incluído (ikea, de plástico). Y debajo de este colocamos los regalos. Subrepticiamente, claro, pues como veréis más adelante, queríamos manetener el anonimato.

Después de cenar y dejar pasar un rato prudencial, todos clamamos por nuestros regalos, y ahí que nos fuimos. En general estuvieron bien, mezcla de regalos de coña con otros que pretendían ser útiles. Por no alargarme, voy a remarcar dos partes de la ceremonia consumista: la patética actuación española y EL PEOR regalo de la noche. Si alguno contaba con la representación hispana para levantar la imagen del país en el exterior, le hemos defraudado. Iré uno por uno:

El más cutre


Alberto, ¿quién si no?

El agraciado
La persona a la que tenía que regalar era difícil: un chico sosete y con el que no tenemos mucho trato. Lo único que sabemos de él es que va un poco de raperillo

El regalo
Una gorra fea

La anécdota
Estaban comprándole el regalo a nacho, vio la gorra y, como el chaval es rapero, pensó que era el regalo perfecto, más aún cuando vió que valía 8 francos y que estaba rebajada un 50%. Coste total, 4Francos (~2.5 euros), cuando el límite era 10.

La reacción
El chaval abre el regalo, mira la gorra, sonríe como si le hubieran pegado una patada en los huevos, y se la pone encima de otra gorra que llevaba. Volvemos a mirar a los 5 min: la gorra ha desaparecido. A los 10 min, la gorra vuelve a la bolsa de plástico de donde nunca debió haber salido.


El peor aconsejado


Nacho

El agraciado
Philippe, un suizo bien majo.

El regalo
Un paquete estándar de café, 3 monedas de chocolate

La anécdota
Nacho y yo fuimos a comprar juntos, y lo único que sabe nacho de philippe es que toma café todas las mañanas, así que yo hice la brillante sugerencia de que le regalara café, pensando en algún paquete pijo o bonito de café. Como no tenemos ni idea de café y Suiza es caro, creo que acabamos cogiendo un café normal y corriente, 8.80 francos (5.5 euros, ¿cuánto vale en España?). Para redondear y llegar a los 10 francos, compró 3 monedas de chocolate.

La reacción
Philippe abre el envoltorio, que era muy bonito, y se queda mirando el café con cara de ¿esto es una broma? Pero es un chico muy correcto y enseguida sonríe y lo agradece en voz alta. Alberto y yo estamos unos sofás más allá riéndonos a más no poder, pero la verdad es que tengo gran parte de culpa.

Para culminar, a Philippe le tocó Nacho y le regaló una caja de galletitas con muy buena pinta.


El más vil


Diego, rectificado por su hermano

El agraciado
Giuseppe, un italiano que estuvo de erasmus en zaragoza y que no habla ni 1 palabra de español pero ama Mercadona (y su cerveza).

El regalo
Dos camisetas

La anécdota
Diego compró el regalo a la vez que Alberto, que siempre es una mala influencia. Había dos camisetas al precio de una, una fea y la otra bonita. Diego las compró para quedarse él con la bonita y regalar la fea, lo que habría resultado un regalo de 3.5 francos. Menos mal que estaba su hermano mayor de visita, que le hizo rectificar y regalar las dos camisetas. Eso sí, envueltas en papel de váter.

Con la cara de bueno que tiene...


Fran (hermano de Diego), Heloise y Diego


La reacción
Nada que remarcar, dos camisetas está bien como regalo.


El menos inspirado


Yo

El agraciado
Ya conocéis a mi amigo Calzoneitor

El regalo
Una bonita caja con un obelisco de chocolate dentro

La anécdota
No hay mucho que contar. Pensé en regalarle un pantalón corto o unos guantes para correr, pero cuando estaba con nacho seleccionando los mejores granos de café, vi un montón de cajas de chocolate muy bonitas y muy bien puestas. En el supermercado lucían muy bien. En mi defensa, diré que me gasté más de 10 francos.

La reacción
El chico no es muy expresivo, pero puso una cara parecida a la de Philippe. Después, sonrió y dió las gracias. Si en el supermercado parecía muy bonita, cuando la sacó de su envoltorio -también bonito-, parecía una mierdecilla.

Y ahora, EL PEOR regalo, que fue para... Diego (¿karma?)

La peor regaladora


Heloise. Esta chica forma parte activa en mis entradas, ¡qué juego da!

El regalo
Una tableta de chocolate del supermercado

La anécdota
La tableta no valdrá más de 3 Francos y, existiendo como existía el posible anonimato, yo me habría escondido si hubiera comprado esa cutrez. Pero Heloise no es así: es una chica segura de si misma y orgullosa de sus acciones. Nada más abrir el envoltorio Diego y flipar con lo que había dentro, ella se plantó delante y proclamó, satisfecha, que el regalo era de su parte, y que si le gustaba. Alberto y yo, que la verdad es que sólo decimos chorradas cuando estamos juntos, nos mirábamos flipando, porque si haces un regalo barato y cutre (como hizo alberto), por lo menos disimula y haz que exista la posibilidad de que esa gorra o esa camiseta sea cara. Pero no, ahí estaba Heloise con su tableta de chocolate.

El próxima día en el súper miraré cuanto cuesta.

La reacción
Diego puso buena cara, qué va a hacer. Lo mejor de todo fue que le tocó aguantar las preguntas de Heloise que si le gustaba, y es que además se la veía muy contenta, porque se lo preguntó varias veces a lo largo de la noche.

Por cierto, a mi me regalaron un vaso escrito. La gracia reside en que está escrito en un mal francés, pero yo no me di cuenta. De hecho, me dijo Michael que así es como habla un Español. ¿Indirecta?

(Siento la fea maquetación de la entrada, pero hace ya unos cuantos años que me di cuenta de que el diseño no es lo mío. Si más adelante tengo más fotos, las pondré.)

viernes, 12 de diciembre de 2008

Amigo invisible

El miércoles celebramos el sorteo de amigo invisible en la residencia. Lógicamente no lo hicimos de toda la residencia (~130), ni siquiera de todo mi edificio (72), sino que nos juntamos 15 del primer piso (el mío y del que conozco a todos), 5 ó 6 del segundo (italianos, a los que también conozco) y un sueco del tercer piso que nadie sabe muy bien por qué apareció, pero ahí estaba.

La cita es a las 9:30. Poco a vamos vamos apareciendo todos, escribimos nuestro nombre en un papel -todos iguales, para evitar trampas- y lo metemos a una bolsa. Simple, todos conocemos el procedimiento.

Cojo la bolsa y me hago responsable de que cada uno coja un papel y -sobre todo- de que Heloise no haga trampas. Aún así, la primera ronda las hace, así que todos devolvemos el papelito y vuelta a repartir, mientras respondo a la mirada de odio de Heloise con una gran sonrisa. Último papel, es mi turno, lo cojo y leo el nombre: Franc.

¿Quién coño es Franc? Sí, la única persona de la sala a la que no conozco, cuyo nombre no sabía y que de manera tan dolorosa acabo de descubrir. El sueco con el que no he hablado en mi vida y del que lo único que sé es que sale a correr con unos pantalones de baloncesto de los años 70, gracias a los cuales Alberto y yo le hemos otorgado el cariñoso apelativo de 'El calzones'.

¿Y ahora qué te regalo, Mr. Calzones?



PD: Por cierto, hoy es mi cumpleaños y he traído tortilla de patata al trabajo. No ha quedado muy allá, le faltaba sal y estaba demasiado hecha. ¡Tendré que seguir mejorando mis habilidades!

viernes, 5 de diciembre de 2008

Repaso rápido

Un repaso rápido, que tengo esto muy abandonado.

Como la mayoría sabréis, el fin de semana pasado hice una visita fugaz a Ejpaña. Lo siento si alguno os sentís ofendido porque no os llamé, pero os podéis imaginar que fue un fin de semana intenso. Durante la semana me levanto pronto, los dos días en España madrugué y los dos días me acosté relativamente tarde. Lo bueno de este ritmo intenso es que soy de fácil de dormir y los viajes se me hicieron cortos: tanto a la ida como a la vuelta dormí en el AVE, en el avión y en el tren a Lausanne. Gimenete estaría orgulloso de mí.

Siguiendo con esta idea de fines de semana intensos, echo la vista atrás y veo que llevo casi 2 meses sin estar 1 fin de semana entero en Lausanne, lo cual está bien pero también es agotador, porque si entre semana duermo una media de 7:15h, los fines de semana esta se reduce a 6. Y el futuro no es prometedor, porque el fin de semana que viene también me voy a esquíar, y el siguiente es probable que también... ¡qué vida más cruenta y terrible!

Mañana (sábado 6 de diciembre) me voy con una organización de estudiantes a Zinal. Salimos mañana a las 6:45 am y vuelvo el domingo a las 19:30... y este fin de semana es más famoso por la fiesta que por el esquí. Espero sobrevivir y conocer gente no española, aunque voy con unos cuantos.

Por cierto, para despistados, el viernes que viene es mi cumpleaños, 12-12, 12 de diciembre, doce de diciembre de dil dovedientos dodenta y dres. Si queréis mandarme regalos, propinas o diversos platos cocinados (o chefs para que los cocinen. Ah, y que también frieguen), ¡ahora es el momento!

Además, os quiero contar la extraña alineación de planetas que se ha dado en Rhodanie, mi residencia: Diego cumple el 11 de diciembre, yo el 12 y Nacho el 13. Habíamos pensado montar una mega fiesta, pero es el último fin de semana del año que todo el mundo está aquí y ya había varias fiestas planificadas, así que es probable que nos vayamos con Laura, Mono & company a la nieve y lo celebremos ahí. Lo único que me fastidia de todo esto es que el día 14 hay otro torneo de squash y me lo perderé, aunque vistas las consecuencias físicas que tuvo sobre mí el último, quizá no es tan malo perdérmelo.

Con el proyecto, como os diría si os tuviera delante: "ahí estoy". Voy avanzando un poco lento pero espero que a partir de ahora se agilice un poco (lo cual siempre pensamos cuando programamos/hacemos letritas/hacemos sonrisas...). Como nota interesante, hay empresas que ha contactado con la mía al enterarse de que hay una versión móvil en desarrollo. No sé si esto de las webs móviles será muy útil, pero lo que es seguro es que hoy en día vende muy bien.

Bueno, un abrazo para todos y que vuestros fines de semana sean más aburridos que los míos

jueves, 20 de noviembre de 2008

Varios: viajecillo, squash y esquí

Hace ya 2 semanas que se fue Isa y me da un poco de pereza escribir la última entrada. Igual me limito a poneros unas foticos para que os quedéis tranquilos. En cualquier caso, sé que estáis ávidos de noticias de mi vida, osea que os voy a hacer un pequeño resumen

Viaje a un lago subterráneo, Syon

Este viaje no tuvo mucha historia, al menos para mí. Fuimos un grupo bastante grande, 10 personas. Cogímos el tren a las 7:30 para aprovechar el día, había muchas etapas: visita a lago subterráneo, rally de nosedonde, castillo de nosedonde y por último un laberinto con jueguecitos. En mi caso el viaje fue más corto, ya que me había comprometido a jugar un partido de fútbol a las 4:30 y quería trabajar un poco y hacer la compra, pues el martes venía Isa y mi despensa estaba temblando. Por eso digo que, para mí, no tuvo mucha historia.


Haciendo el tonto en el tren



Detrás: Inma, Cris, Ignacio, Yo, Bernat; Delante: Carlos, Alma, Alberto, Giorgina y Mono



Lago



Laberinto


Yo sólo visité el lago y desde luego no merece la pena hacer 1h30 de viaje para verlo. Lo bueno es que volvimos andando al pueblo donde estaba el castillo (unas 2 horas) y pude hablar con gente con la que hasta ese momento no había tenido casi relación, lo cual compensó las 3 horas de tren que me chupé, la mitad de ellas yo solo.

Squash

Para seguir con mi intenso entrenamiento zaragozano, cuando llegué aquí me apunté a una liga en un club. Los comienzos fueron penosos: me confundí de lugar el primer día, llegué tarde el segundo y el tercero perdí contra una mujer de cincuenta y tantos años (después me enteré de que está en el equipo del club). Debería haber escrito una entrada porque estuve por dejar de jugar aquí (por las 2 primeras confusiones, no por perder), pero finalmente me sobrepuse y ahora todo está bien.

Juego una liga mensual, 5 personas por grupo: 2 suben, 2 bajan y 1 se queda. El mes pasado no sé como me quedé, gané 1 partido y perdí otro. Este mes he ganado 2 y el martes juego contra uno que debe ser bueno. Y eso espero, porque los 2 con los que he jugado este mes eran bastante malillos, y es muy aburrido jugar contra gente mucho mejor o mucho peor que tú... y pago 15 Francos por cada partido que juego.

Además, ¡el domingo pasado jugué mi primer campeonato! Había 2 grupos: uno para los buenos de verdad y otro para los menos buenos. Yo estaba en el grupo de los mejores. Vale, no, estaba en el de los malos.

Perdí el primer partido 3 sets a 2, bastante ajustadillo. En cualquier caso, pasé a la parte baja del cuadro y como mucho me podía quedar noveno. Gané mi siguiente partido y el último y definitivo por el puesto 9/10 me iba a enfrentar contra mi némesis: ¡la señora de cincuenta y tantos! Dentro de la pista se respiraba el odio y el miedo: venganza en mi sangre, miedo a la juventud en sus ajadas venas.

Empecé jugando fatal y desconcentrado, y rápidamente se puso 2 sets a 0. En el 3er set me ganaba 8 a 5 -los sets son a 9 y hay que recuperar saque, como en voleybol-; ella ya se veía ganadora, tenía suficiente colchón para ganarme, ¡pero ahí estaba yo!, jugando más serio y remontando: 8-6, 8-7, 7-8, 8-7 (así un buen rato), 8-8, 9-8, 9-9 y... ¡10-9! ¡Gané el 3er set!, y se vino abajo. Empezó a gritar cuando perdía, a criticarse a si misma todo el rato, hasta tiró la raqueta un par de veces por enfado. Pero ni ella ni su amiga (la que arbitró el partido y me tongó un par de veces) pudieron evitar que me alzara de entre el pozo de los perdedores para reclamar mi noveno puesto.

Como premio a mi esfuerzo, lunes y martes apenas pude subir escaleras, y como el miércoles volví a jugar y forcé un poco la pierna izquierda, todavía me duele.

Vi algún partido del grupo de los buenos y pufff... había 4 ó 5 a los que sería incapaz de hacerles 1 solo punto. Impresionante.

Esquí

¡El sábado pasado esquié por primera vez! En Verbier. Sólo había dos pistas abiertas, un poco aburrido para todo el día pero suficiente para quitar el mono y dejar a todos impresionados con mi estilo. (este sábado fue el día de antes del torneo de squash, de ahí que estuviera tan reventadísimo el domingo, lunes y martes.)

Algo que ya noté cuando estuve hace unos cuantos años en los alpes y que he confirmado ahora es que, de media, la gente esquía mucho mejor aquí. En España yo soy de los que esquía bien, siempre hay gente que lo hace mejor pero tampoco muchos. Y aquí, muchísima gente esquía como yo y muchos esquían mejor. Además, parece que están de moda los esquís freerider, que son esquís que no tienen una dirección en la que esquíar, funcionan igual para ir de espaldas que para ir de frente, y se ve a bastante gente esquíando de espaldas o que de repente se dan la vuelta. En España he visto a alguno, pero poquitos todavía.

Y hoy, 21 de noviembre, me voy a pasar el fin de semana a Val-Thorens, a casa de un luxemburgués de la residencia con el que espero pasar muchos fines de semana :) (en su casa, claro) Si es que los de Luxemburgo tienen mucha pasta... ¿Plunche, qué opinas?

Ya os contaré que tal el fin de semana, ¡pasadlo bien vosotros también!

jueves, 6 de noviembre de 2008

Viaje a la fábrica de chocolate

(Si es la primera vez que oyes hablar de la visita de Isabel, lee esto primero y después esto)

Y por fin llegó el día...

Trabajo hasta las 12:40 y voy hacia el metro, donde me encuentro con Nacho y Tato (valenciano), dos de nuestros compañeros de viaje. En la estación de tren nos encontraríamos con el resto de la expedición


Arriba: Simone, Yo, Tato, Nacho; abajo: Isa, Helöise, Alberto, Benjamin


Para que vayáis conociendo a la gente, de mi residencia son Simone, Helöise (suizas) y Nacho y Alberto. Tato es de otra residencia y Benjamin es un amigo de Simone de visita.

Como iba diciendo, quedamos en la estación para coger un tren hacia broc a las 13:30, parando antes en Paleziux y en Bulle y llegando a nuestro destino final a las 15:35.

Salir en tren desde Lausanne es, en si mismo, hacer turismo de paisajes. Camino a Paleziux tenemos a ambos lados viñedos pintados de amarillo por el otoño; un poco más abajo, el lago envuelto en niebla; y escapando de esta, al fondo, las cimas de los alpes



En Paleziux cogemos otro tren que nos lleva a Bulle, y el paisaje cambia: ¡nieve! ¡Primeros paisajes nevados del año!



Pasa el tiempo, nos acercamos a nuestro destino y nuestros nervios van en aumento. ¿Cómo será la fábrica? ¿Realmente podremos comer todo lo que queramos? ¿Acabará Alberto en la cárcel por llenar todos sus tupperwares de bombones? Y en la mente de una que yo me sé...



Cavilación a cavilación, llegamos a Broc: las 15:35, ¡a tiempo! La fábrica se ve desde la parada de tren y, sin dudarlo, nos encaminamos a paso ligero hacia ella. A la entrada hay una señorita que nos indica que primero hay un audiovisual; después de ver este, en las paredes de un pasillo está la historia de la fábrica, con fotos de los fundadores, su historia, sus innovaciones, etc.; en la siguiente habitación te explican los frutos secos que utilizan, y hay enormes sacos llenos de avellanas, nueces, almendras y otros que no consigo identificar; a continuación, llegas a una estancia donde te explican el proceso de fabricación del chocolate, con sus diferentes fases y modalidades; y por último, La Sala: una hilera de vitrinas bajo las que se expone toda la gama de chocolates Cailler, y encima de estas vitrinas... ¡bandejas y bandejas con chocolate y bombones!



Me ha costado mucho recordar las salas de la fábrica porque, por supuesto, no vemos el documental, no leemos la historia de los fundadores de la fábrica y no paramos más de 3 segundos a ver el proceso de fabricación del chocolate. Lo único que hago en este trayecto es comer una almendra quemada/podrida que cojo de uno de los sacos de frutos secos.

En nuestra defensa, dire qué -además de la obvia- tenemos otra muy buena justificación para este escaso interés. Íbamos tranquilamente andando leyendo tooodas las paredes e interesantes reseñas históricas cuando, a lo lejos, aparece nuestra peor pesadilla: ¡un gigantesco grupo de chinorris/japoneses! Son muchos... demasiados como para hacerles frente. Sólo tenemos una ventaja sobre ellos: como todo grupo de japoneses, van acompañados de una guía que les explica con detalle todas las salas. Si antes ya prestábamos poca atención, tras el avistamiento del enemigo nos dejamos guíar por nuestros instintos e ignoramos todos los detalles que no nos llevaran hacia la sala del chocolate. Y es que los japoneses pueden ser muy peligrosos...

Llegados a la sala, y sabiendo que el enemigo acecha, nos lanzamos sobre las bandejas de bombones: rellenos, sin rellenar, con frutos secos enteros, con frutos secos troceados, de naranja, con praliné, con caramelo, con leche, noir, con café... ¿Huelo envidia, amigo lector?

Es verdad que hay muchas fotos del chocolate, de nosotros, del paisaje... pero no hay ninguna de la persona mas importante y poderosa de la fabrica: la reponedora. En la sala de degustación hay una señorita cuya única función es reponer las bandejas cuando se acaban los bombones. Mientras estas están llenas permanece en la sombra, pero cuando los restos de chocolate entran en números críticos, sale de la nada y vuelve con la bandeja repleta. Estas idas y venidas facilitaron la tarea de los avezados españoles, cargados con cofres para meter el botín (cofres, cofrecitos y COFRES).


Piratas anónimos mostrando el botín después abordar un barco Suizo


Pasa el tiempo en la sala y nos concentramos en comer (y llenar botes). De repente, escuchamos el terrible silencio que produce un grupo de japoneses en movimiento, pero como somos educados, no tenemos el ansia de antes y sabemos perder (léase: ¡eran demasiados!), nos echamos atrás despidiéndonos de nuestros pequeños. ¿Os imagináis un grupo del IMSERSO español visitando una fábrica con buffet libre de chocolate? Puedo ver la escena en mi mente: la fábrica cerrando, peleas por "ese bombón era mío", "espera que lo meto al bolso para mis nietos", "este para mañana para merendar"... Pues no, no es así. Los japoneses se ponen en fila de a uno y se van tan rápido como vinieron, cogiendo 2 bombones por el cámino, 3 los más malotes del nipón. Sorprendidos, nos lanzamos sobre las bandejas y seguimos a lo nuestro: zampar y botinear. Os dejo con algunas imágenes tomadas por el sistema de seguridad de la fábrica


Ladrones en pleno robo



¡Atención, llamar a la reponedora!



Elemento más peligroso del grupo



Imagen robada a sospechosos. Evidencias del robo.


16:05. Han pasado 30 minutos desde que llegamos a la estación de tren. Estamos a reventar, hartos de comer bombones, con los tupperwares llenos y sin ganas de ver chocolate por una temporada. Ahora sí, estamos un rato viendo una salita donde fabrican chocolate y cuya única operaria debe estar harta de que la gente la mire.


Máquina que daba vueltas, y vueltas, y vueltas...


Declaraciones de una visitante que prefiere mantener el anonimato:

"Era demasiado bueno para ser cierto. Estaba segura de que en cualquier momento llegaría la reponedora y nos echaría, o dejarían de sacar chocolate, o la fábrica cerraría... o peor aún, llegarían los japoneses y se lo comerían todo. Estos lúgubres pensamientos me asaltaban continuamente y, a causa de esta presion, comía sin parar, rápido y sin deleitarme tan apenas en el sabor de los chocolates, mezclando todos los tipos en la boca. Me veía con 3 y 4 bombones en cada mano y con la sensación de que debía comer deprisa para abarcar el máximo en el menor tiempo posible. Todo esto hizo que disfrutara menos de la experiencia, pues pronto me empaché y no pude gozar de cada uno de los sabores como se merecía"

Volvemos a la salita de entrada de la fabrica y la misma mujer que nos atendió antes nos mira ahora con suspicacia. Probablemente piensa que somos alergicos al chocolate y que solo nos ha dado tiempo a ver el vídeo. Pobrecitos españoles, murmura meneando la cabeza (suspicazmente).

Para compensar las perdidas -y porque estaba barato-, todos acabamos comprando chocolate acorde con lo que habíamos "robado": yo me gasté 3 francos, Alberto 25. Este último, no satisfecho con haber quedado registrado en los registros de Most Wanted y Persona Non Grata de Cailler, protagonizó la última anécdota de la fábrica.

Era el último día de apertura al público y los empleados habían preparado un pequeño ágape para celebrarlo: agua, zumo de naranja, pringles, salchichón y un par de botellas de champagne. Alberto, que es muy andalú y mu echao p'alante, pensó que era buena idea preguntar si también podíamos coger de eso. Os podéis imaginar la respuesta y la mirada de las mujeres que lo estaban preparando.

Por fin, salimos al exterior y la luz del sol y el frío nos devuelven al triste mundo donde no te regalan chocolate. Nos dedicamos a pasear un rato por el pueblo, hacemos recuento de tesoros y alguno hasta tiene valor para comer otro bombón...



El siguiente tren no sale hasta las 17:30 y como no hemos hecho nada de ejercicio en todo el día, decidimos dar un paseo hasta la siguiente estación. Sin este paseillo, el viaje habría quedado un poco vacío: 6 horas de tren para 30 minutos de turismo. La verdad es que es de lo mejor del viaje: podemos digerir el chocolate, dejar de hablar de él, reirnos, hacernos fotos... Además, nos permite tomar un poco de distancia de la fábrica y darnos cuenta de que hemos visitado una mínima parte de ella. ¡¿Cuántas salas de degustación nos habremos perdido?!


Vista general de la fábrica (la nave de la izquierda y el edificio blanco). La zona de visitas es una mínima parte del centro-derecha (como el PP)



Detalle de la fábrica. La zona de visitas es justo donde se corta la foto


Sobre las 17:40 llegamos a la estación de Broc (la de la fábrica se llama Broc-fabrique). Llega el tren. Llegan las horas, se van; viene Lausanne. Las 8:30.


¡Adios Broc! ¿Volveremos a vernos?


A las 9 estamos en la residencia, pero aún no estamos cansados de convivencia: hago espaguetis para 8 y cenamos todos. ¿Y de postre? ¡Acertasteis!, mandarinas de valencia :-)

A todo esto, mi catarro fue el castigo por mis pecados y me fue robando la voz a lo largo del viaje. Por la noche, para poder hablar con la gente tenía que acercarme hasta su oreja y decir lo que quisiera, así que cuando llegó el momento de decidir entre salir por ahí o meterse a la cama, mi balanza estaba claramente inclinada hacia el colchón, el edredón y la habitación calentita...

Buenas noches Suiza, gracias por tu chocolate.

(Esta entrada se la dedico a mi padre y a mi hermana, que se estarán muriendo de envidia)

martes, 4 de noviembre de 2008

Lluvia, crepes y chocolate en el horizonte

(Si es la primera vez que oyes hablar de la visita de Isabel, lee esto primero)

Con la experiencia fallida de Montreux y dado que la tarde del miércoles era igual de lluviosa, cancelamos nuestros planes de turismo por Lausanne y nos quedamos en la residencia hasta las 7:30, cuando salimos hacia el centro con la idea de cenar crepes. Cenar fuera es algo muy serio, así que hice una llamada para conseguir el número de un chico que apenas conozco pero al que sabía que le habían recomendado una creperie. Como ya sabéis, con la comida no me gusta jugar, pero afortunadamente (para el chico que la recomendó), cenamos muy bien.



El miércoles es el día oficial erasmus, es cuando sale todo el mundo... menos yo, que como trabajo y soy un poco dormilón me suelo quedar en casa. Pero este miércoles me apetecía que Isa conociera a la gente, así que fuimos a una fiesta de disfraces que había en una residencia. Nuestro disfraz (y el de unos cuantos) era el de aburridos, sin disfraz, pero había uno que eclipsaba a todos los demás:


¿Reconocéis a Mono? Esta foto está en la página de la discoteca



Duffman pagando las consecuencias de sus excesos :)


Si le preguntáis a Isa por qué ha venido a visitarme, puede que os diga que le apetecía verme, o que quería despejar la cabeza de tanto estudiar, pero la única y verdadera realidad es que se enteró de que en Suiza hay fábricas de chocolate que puedes visitar y comer todo lo que quieras. Desde el primer día la noté un poco descentrada, como que no me escuchaba cuando le hablaba; cuando hacíamos planes no parecía demasiado interesada; y por las noches, me despertaban sus gritos hablando sobre el país del chocolate...



Visitando la página de la fábrica descubrimos que 1) la última visita era a las 16:00; 2) el último día de visita era el 31 de octubre; 3) costaba casi 2 horas de tren llegar hasta ahí. La conjunción de los puntos 2) y 3) era especialmente peligrosa para nosotros: si yo salía a la hora que debía -las 14:00- no llegábamos a la última visita, pero tampoco podíamos esperar al sábado (1 de noviembre) porque la fabrica estaría cerrada. Al descubrir esto, Isa se desmayó; yo, sabedor de que nada podría hacer un médico, escribí a mi jefe proponiéndole trabajar el jueves hasta las 16:00 y salir el viernes a las 12:40. Tras recibir respuesta afirmativa, Isa recuperó el pulso y volvió a sonreír.

Como el jueves salía tarde, quedamos directamente en el centro para andar un poco por la ciudad y hacer la compra. Llovía a cántaros, pero sabíamos que el tiempo no pintaba mejor para los próximos días , por lo que nos resignamos a visitar Lausana bajo el agua. A pesar de que todavía no la he visitado bien, me atrevo a decir que no es una ciudad espectacular pero que sí que es bonita para pasear, callejear y perder el tiempo, pero la lluvia hace que ninguna de estas 3 actividades sea demasiado apetecibles.

Luego de mojarnos un rato y conmovido por la falta de tiempo de Isa en Zaragoza, acepté dejarme arrastrar a un H&M, reino de diversión y alegría para un servidor donde, he de reconocer, estuvimos mucho menos tiempo del que Isabel habría querido. Después, y aún extasiado por la experiencia, dimos un paseo hasta la catedral y el supermercado, donde descubrimos los carritos supersónicos:



Era jueves, al día siguiente íbamos a la fábrica de chocolate de cailler, en Broc. Nos fuimos a dormir con la sensación de que iba a ser un gran día...

sábado, 1 de noviembre de 2008

Lluvia, frío, catarro e Isabel

Esta semana recibí la primera visita. Como no podía ser de otra manera, vino Isa, y con ella trajo el frío y la lluvia. Yo, por mi parte, colaboré con un catarro clase 'Especial' que llevaba incubando un par de días. En cuanto al trabajo, acordé con mi empresa ir de miércoles a viernes de 8:30 a 14:00. El martes, el día que llegaba, no iría a trabajar.

A las 10:20 estaba en el aeropuerto de Ginebra. Su avión llegaba a las 10:45, así que me senté a esperar en la zona de salida, donde pude ver un montón de estampas interesantes: parejas que se reencuentran -frías, ardientes; felices, un poco indiferentes; hastiadas, ansiosas-; hijos (niños) que corren a los brazos de sus padres, madres que reciben a hijos pasotas (adolescentes) que intentan escapar de sus besos y no responden, hijos (adultos) que reciben a sus madres con alegría sincera; recepciones de ejecutivos que se ven por primera vez, recibimientos a familares que llevaban mucho tiempo fuera... También era interesante estudiar a los que estábamos esperando. Supongo que a partir de nuestra actitud no habría sido difícil inferir como iba a ser nuestra recepción; de este último grupo, los mejores sin duda eran los perros.

Más nerviosos que nadie, moviendo el rabo, tirando de la correa, tenían el privilegio de saber antes que nadie cuando iba a llegar El Esperado. En seguida veías que se levantaban, se ponían tensos y con el lomo y el morro estirados hacia la puerta y, antes de que apareciera, ya estaban ladrando y luchando por soltarse. Cuando por fin les liberaban, corrían hacia el/los dueños y se abalanzaban sobre ellos, gimoteando y medio locos de alegría, metiéndose entre las piernas sin dejar andar ni moverse. ¿No estaría bien que cada uno tuvieramos un perro que nos recibiera en cada aeropuerto? Haría los viajes mucho más alegres, ¡incluso tendríamos ganas de volar sólo para que nos recibieran!

Cabe destacar el comportamiento de un perro pequeño que... no hizo nada. Estúpidos perros pequeños :-)

Volviendo a la visitante (mi Esperada), después del reencuentro -ardiente, feliz, ansioso- cogimos un tren desde el aeropuerto de Ginebra hasta Montreux, 1h 20 de viaje. Me habían dicho que era muy bonito, pero la verdad es que a nosotros nos tocó ver la cara lluviosa de Montreux y no lo disfrutamos demasiado. Después de dar un paseo bajo la lluvia hasta el castillo de Chillon, decidimos volvernos y dejar Montreux para el futuro, que cuando llueve no se disfruta demasiado de las cosas.


Chateau de Chillon un día de sol


Por triste que suene, lo más reseñable de la visita a Montreux fue la vuelta en autobús urbano desde el castillo a la estación de tren. La máquina no aceptaba mi billete de 20 francos y el conductor nos invitó al trayecto, diciendo que se hacía responsable si subía un revisor. Mis amigos de Odio a tuzsa suspirarán de envidia... Y lo harán más aún el día que les dedique una entrada comentando los autobuses de Lausana.

Ya en Lausana fuimos a mi residencia y preparamos la habitación para pasar la noche, para lo que hubo que jugar un poco al tetris con la mesa y el colchón hinchable a fin de que encajara todo.


El perro lo robé del aeropuerto :)


Lo segundo mejor de la visita de Isa fue la valija alimenticia que entre mi madre y ella llenaron de sabor español: jamón, chorizo, lomo y la sorpresa...


¡Torreznicos! Pensándolo bien, igual lo segundo mejor de la visita de Isa fue que viniera ella...


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Para no hacer entradas tan largas como las anteriores, dividiré el viaje en varias, que creo que es mejor. Si no os aburrieron las anteriores (sobre todo la 2º del viaje a Zermat) o preferís una larga a varias cortas, decídmelo y las seguiré haciendo largas.

domingo, 19 de octubre de 2008

Viaje a Zermat (II)

[Hay una entrada previa que debes leer si esta es la primera vez que oyes hablar de Zermat]

Las 7, comienza nuestra excursión... pero no sin desayuno! Laura nos sorprende a todos y saca de su mochila un bol, una cucharilla, unos cereales y un brick de leche. Es una chica preparada para la montaña. El resto no hemos traído nada, así que vamos al supermercado y compramos diversas guarradas y en mi caso, una kitch de espinacas con rodajas de tomate natural. No está mal para empezar el día :-)


De izq. a dcha: Yo (y mi danup), Alberto (y su delicia de almendras), Alba e Ignacio.



De izq. a dcha: Yo, Mono, Alberto, Ignacio, Alba. Laura nos hacía la foto


Antes de salir hacia Zermat yo sabía que íbamos "a la montaña", pero no tenía ni idea de para qué. En Lausanne hacía calor y supuse que "en la montaña" no haría demasiado frío, por lo que dejé guantes, gorro y abrigo gordo en casa. En el momento de hacer la foto estábamos a 1500m muertos de frío, me acababa de enterar de que el objetivo era subir hasta 3200 (Gornegrat) y me estaba acordando de esos guantes, ese gorro y ese abriguito gordo.


Vista del Cervino desde el pueblo. No íbamos ahí pero nos acompañaría todo el camino.


Laura es la que dirige la excursión (y la que anima la noche), pero parece que no tiene muy claro el camino de salida del pueblo. Vamos hacia arriba porque sabemos que un punto a 3200 metros está por encima de otro a 1500, pero pronto la conciencia del grupo comienza a recelar de nuestra dudosa guía. Tras andar un rato aparece un coche Zermattiano y lo paramos poniéndonos en mitad de la carretera. Dentro de este coche van ¡2 gallegos! que llevan unos cuantos años viviendo ahí y nos confirman que vamos por buen camino, además de darnos más señas para llegar a nuestra pista.

Hablo de coche Zermattiano diferenciándolo de un coche normal porque en Zermatt están prohíbidos los coches de gasolina. Esto es muy bonito porque no hay humo ni ruido por las calles, pero a la vez es muy peligroso: ¡los coches eléctricos no hacen ruido! Vas andando por la calle, oyes un ruido e inmediatamente pasa un carricoche a toda velocidad por tu lado. Supongo que los nativos están hartos de los felices extranjeros que pasean por el idílico pueblo... por el medio de la carretera.


Carricoche de golf adaptado a Zermatt


Gracias a las indicaciones de nuestros amigos gallegos encontramos el inicio de nuestra senda ( el cartel que pone Gornegrat también ayuda). Personalmente tengo la incertidumbre de saber si llegaremos: son 1600 metros de desnivel en 3h 30 y el estado de forma de alguno de l@s excursionistas no es envidiable. Me guardo mis pensamientos y seguimos andando, pero mis temores no son infundados. Como somos excelentes montañeros, poco a poco nos vamos separando: Mono va muy por delante, yo voy el siguiente y el resto son más listos y se mantienen unidos. Yo espero un par de veces al resto del grupo, pero de Mono únicamente sabemos a través del móvil.

Tras parar un poco y reponer fuerzas, me vuelvo a separar del grupo. Llevaba un rato andando solo cuando me llama Mono y me hace ver que estoy en el camino equivocado. Miro hacia arriba y ahí está él, en un camino escarpado pero que va mucho más directo: me toca subir monte a través agarrándome a matorrales y semi resbalándome en la hierba escarchada. Mono pasa más miedo viéndome subir que yo subiendo, pero consigo llegar a buen puerto. Las cabras montesas me miran ninguneando mi hazaña.

Poco a poco el sol va pegando. En la primera cuesta me había quitado el abrigo, ahora me quito la chaqueta y el suelo se quita su congelamiento para dar lugar al barro, lo mejor para andar con zapatillas de deporte. Por caminos distintos pero todavía vivos, el grupo consigue reunirse en una explanada donde hacemos un alto en el camino para dar buena cuenta de galletas, chocolate y toda comida que sacamos. Aún queda 1h 30 para nuestro destino y todos pensamos que no puede ser peor que lo que hemos hecho hasta ese momento, así que echamos a andar con más ánimo, unos por el camino y otros monte a través.


¡¡¡Aim de quing of de guorld!!!



Mono y yo conversando en la distancia


Como la cuesta es menos pronunciada podemos respirar mejor, y como podemos respirar hacemos más fotos y más tonterías.


Mono con el cervino detrás. ¿Os recuerda a alguien?


Seguimos andando hasta llegar a un lago, donde volvemos a parar un rato.


Laura, yo, Alberto, Mono, Ignacio y abajo, Alba




¡Qué bonito!


Total, que estamos en el lago, tenemos hambre y pensamos que estamos al lado. Mirando hacia la cima no parece estar muy lejos, unos 30 min. Mono y yo, más machos que nadie, decidimos que queremos llegar rápido: pasamos del camino y nos lanzamos pendiente arriba. Poco a poco avanzamos, dejamos muy atrás al resto, nos acercamos a la cima, ya estamos ahí y... no es la cima. Aparece otra cima detrás de la cima. Resoplamos, y nos lanzamos a por ella también. Voy a morir, pero queda poco, últimos metros de desnivel, hacemos cumbre y sí señores, ahí está, otra cima más lejana. Sólo podemos reirnos y seguir hacia adelante, ¡pero ahora seguro que es la de verdad!

Una característica de Gornergrat es que hay mucha gente, muchos de ellos de edad avanzada. Esto no se debe a que en Suiza sean súper hombres, sino a que hay un tren que te sube hasta la cima (a la de verdad). Y si hay mucha gente, hay tiendas. Una vez llegas ahí ves un cartel que dice "El centro comercial más alto de Europa". También hay tiendas pijas en las que no me pude fijar debido a mi cansancio. Esto te quita la sensación increíble que debe ser hacer cima en un 3000 "de verdad", donde debería haber poca gente y silencio, no ascensores para que los abuelillos puedan salvar los 20 metros de desnivel que hay desde el tren hasta el restaurante.


El tren a Gornegrat con nieve. Cuando fuimos no la había.


Pero allí estábamos nosotros: orgullosos, reventados y sabiéndonos (¿o creyéndonos?) superiores por haber subido andando. Tras esperar un buen rato llega el resto del grupo, grupo que por cierto quería hacernos bajar al restaurante porque había una cuesta mu grande hasta donde estábamos nosotros. Dejando esta última ruindad aparte, hay que destacar que pese a mis miedos todos conseguimos subir, disfrutamos de un día espectacular y, para la mayoría de nosotros, ¡hollamos nuestro primer 3000!


Mono, Alba, Laura, Ignacio y yo, y delante Alberto


Sí señores: a 3200 metros, en manga corta y comiendo un bocadillo de jamón. Todo un ejpañol. Y para terminar de dar la nota...


"¡Menudo cuerpazo el de la derecha!", resonaba por la cima de Gornegrat


Paralela a toda esta historia corría otra de dimensiones esperpénticas. Bernat y Jorge, dos compañeros de erasmus, habían venido a Zermatt en el primer tren de la mañana para subir con nosotros. Hasta aquí todo bien: dos personas montañeras, amantes de la naturaleza y deseosas de respirar aire puro. Vuestra imagen de Bernat y Jorge, Los Bucólicos, dará un pequeño giro cuando os diga que la noche anterior salieron por ahí hasta las 5, volvieron a casa, cocinaron pasta con calamares, se montaron en el tren todavía borrachos y llegaron como se habían montado y sin apenas haber dormido. ¿Se os ocurre alguna manera mejor de afrontar una dura ascensión?

Su tren no llegaba hasta las 9:15, así que decidimos no esperarles con la esperanza de que nos pillaran, pero a mitad de camino se pararon a desayunar su pasta con calamares. Hay cada uno que desayuna unas cosas más raras...

Por no alargar (más) la entrada, describiré la ascensión final de Bernat. Su pierna derecha no funcionaba y sólo la arrastraba; tenía los párpados hinchados y la cara empapada y desencajada; no llevaba mochila. Todo esto debió llevar a la gente a pensar que Bernat no sabía no donde estaba y que se había confundido, que era un borracho que había confundido el camino de vuelta a casa: le ofrecían agua, comida, y ayuda, y a él sólo el hecho de tener que articular palabras para rechazar la ayuda le costaba un esfuerzo ímprobo.

Tras dejar tiempo a Los Bucólicos para recuperar pulsaciones -no las tenían cuando llegaron arriba- tocaba pensar en la bajada. Nuestro tren salía a las 7, eran ya las 4:30, no teníamos ni idea de cuanto nos costaría bajar; Bernat y Jorge ni se planteaban bajar andando; sí, cogimos el tren para bajar. Mono y Laura bajaron andando porque se quedaban una noche más en Zermatt, así que nos despedimos y nos montamos en nuestro trenecito de duros montañeros. Ya no me sentía (ni me creía) superior a mis compañeros de avanzada edad.

Llegamos a Zermatt antes de lo que esperábamos y nos tocó esperar un buen rato, que aprovechamos jugando un burro de consecuencias fatales para alguno de los jugadores y que quizá algún día cuente. Las 7, nos montamos al tren; las 10, estamos en Lausanne, fin del viaje. Todos estamos muy cansados pero muy contentos y con ganas de repetir pronto. Y yo me despido aquí, hasta el próximo viaje o suceso que me acaeciera o acaeciese.

(Hay una fiesta en una residencia, pero yo sé de unos cuantos que no vamos a ir. Pero sí, Bernat es de los que sí que va. Hay gente hecha de otra pasta.)

jueves, 16 de octubre de 2008

Malinterpretaciones de la lengua

La semana pasada era el ultimo día de trabajo del que hasta entonces había sido mi compañero, Martijn. En las 3 semanas que estuvimos juntos llegamos a llevarnos bastante bien. De hecho, el primer dia nos fuimos a comer juntos, se le olvidó la cartera y tuve que dejarle dinero. El segundo día fuimos a comer juntos, se le olvidó la cartera y tuve que dejarle dinero. Ya sospechaba que era una táctica para:

a) amedrentar al nuevo
b) deshacerse de mí; estaba muy bien solo
c) sacarse comidas gratis

Pero no. El tercer día no sólo me devolvió lo de los 2 días anteriores sino que fui yo -en una venganza inconsciente- el que se olvidó la cartera y al que tuvo que dejarle dinero. Después de un inicio así, estábamos preparados para grandes intimidades.

Como decía, se fue la semana pasada. Pocos días antes de irse me dijo que había cenado en un restaurante caro. Le habían dado jamon con tostadas (bocadillo de jamón pero version 60€) y le había gustado mucho. Le dije que tenía jamón en casa y se le pusieron los ojos como platos, así que le prometí que antes de que se fuera llevaría al trabajo.

Y dicho y hecho, el martes por la noche, a la vez que metía el ordenador metí no solo un paquete de jamon sino -con mucho dolor y sacrificio- también uno de lomo. En el trabajo somos 6 o 7, con lo que un paquete de jamon no habría sido suficiente.

Miércoles, media mañana, las 11:30, el hambre empieza a apretar.

(transcribo en inglés porque este es un blog de la élite intelectual, así que todos lo entenderéis)

- Martijn, I've brought a gift

Me agacho a la mochila y saco el paquete de jamon y de lomo, mi estomago ruge; Ignacio lo mira con hambre y Tobias (aleman), a pesar de no saber muy bien lo que es, deja lo que está haciendo y se prepara para almorzar.

- Oh, thank you! -dice Martijn sonriendo. Coge el paquete de jamon, coge el paquete de lomo, los mira, sonríe; me vuelve a decir gracias... y los mete a su mochila -

Es uno de esos momentos en los que la fuerza del impacto es tal que no sabes responder; soy consciente de que el fallo está en una palabra: gift. Pero en la cultura española está tan arraigado que si te regalan algo de comer -¡y en el trabajo a la hora del almuerzo!!!- tienes que compartirlo, que no soy capaz de reaccionar o -mas bien- no encuentro la manera de decir -¡de gritar!- que esa comida es para todos. Me resigno: he fracasado.

El día pasa, Martijn y yo nos despedimos pero yo sé -él no- que la relación entre nosotros nunca volverá a ser la misma: me he quedado sin jamon, sin lomo y con hambre. Y con ninguna de estas 3 cosas se juega, chaval. Algún día volverás, algún día te olvidarás la cartera; yo te estaré esperando y cuando me pidas dinero te diré dónde está mi jamón y mi lomo ahora, eh, ¿¿¿EH???

lunes, 13 de octubre de 2008

Viaje a Zermat (I)

Después de una entrada negativa, toca una positiva.

Como ya indiqué, el viernes habíamos planeado un viaje. En principio pensábamos salir a las 4 pero como yo no podía, retrasamos la salida a las 5:20, que había otro tren. Salí asqueado del trabajo, llegué a casa a las 16:25 y a las 16:45 Alberto, Ignacio y yo íbamos camino al autobús para ir a la estación de tren. (Luego descubrí que mi equipaje no estaba tan completo como yo pensaba, pero la verdad es que en esto no influye demasiado que tenga 20 minutos o 3 horas...)

Habíamos quedado en la vía con Mono (sí, Mono) y Laura. Llegamos corriendo a la estación, corriendo a comprar el billete y corriendo a las vías. De tanto correr, se nos olvidó preguntar el andén al que teníamos que ir, y nuestro destino no aparecía en los paneles de información. Ignacio, tomando el liderazgo del grupo, quería subirnos al tren a Berna "porque tiene que ser hacia allí", pero por supuesto no quería preguntar (es un chico tímido). Alberto y yo nos negamos a subir a un tren sin tener la certeza de dónde nos llevaría, así que preguntamos a los que tenían cara de saber: teníamos que ir a la vía 3, el tren a Brig; Berna tendrá que esperar. Corriendo otra vez hacia la vía 3, nos encontramos con Laura y Mono, pero todavía faltaba Alba... El tren llegó y, para nuestro alivio, también lo hizo Alba. ¡Viajeros al tren!

¡Pero menudo ten! No sólo no había sitio, sino que había gente hasta en las zonas en las que los vagones se acoplan. La cosa mejoró tras la primera parada: podíamos estar de pie en el pasillo de los asientos. Digo que la cosa mejoro porque poco a poco nos fuimos sentando todos (y durmiendo algunos), pero creo que el resto de pasajeros no apreció demasiado nuestra compañía: los españoles tenemos un volumen de voz al que las orejas suizas no están acostumbradas; si a esto unimos que estábamos sentados en distintas filas y que entre nosotros había alegres y dicharacheros andaluces, el resultado es una colección de poco amistosas miradas helvéticas.


Más o menos así nos miraban


Llegamos a Zermatt sobre las 20:30, un pueblo con casitas de madera, bonitas calles y... el sitio más caro para esquíar de Suiza (o eso me dijeron). Esto último significa que había McDonalds y todo tipo de tiendas, restaurantes y hoteles de lujo. Nosotros fuimos al más lujoso: hostal matterhorn, 20€ la noche y donde los 6 compartiríamos una habitación. Teníamos hambre y el día siguiente iba a ser duro, así que bajamos a cenar (jamón del güeno + pan + tomate + aceite de oliva + sal = muy buena cena), y a las 10:30 ya nos subimos a la habitación. En esto que descubro que (¡qué raro!) me he olvidado el pijama y el saco. Como en tantos otros viajes, me toca dormir en calzoncillos y camiseta y directamente en contacto con una gastada manta de felpa.

Las 11, buenas noches, todo el mundo a dormir. Pero no, no me puedo dormir: me he despertado a las 7, llevo toda la semana durmiendo poco y he pasado el día haciendo el idiota, pero no me puedo dormir. Pasa el rato, no sé cuanto, doy vueltas, pero no me entra el sueño. Y entonces, en medio de la noche escucho a Laura decir -sin tono sexual- "¡Ay que gustito, que gustito, que gustito!" con voz de estar realmente a gustito. Por lo que se ve, Laura habla por la noche y vocaliza y se expresa perfectamente: ¡no sé que estaba haciendo pero realmente daba envidia lo a gustito que estaba! No puedo evitar reirme, y pronto todos menos Alberto nos estamos riendo. Mono alumbra a Laura con una linterna y Laura responde "¡Mono que estoy despierta, estoy bien, estoy despierta, déjame en paz! Alberto sigue durmiendo y Alba, altruista que es, le despierta. Alberto no se entera de nada y pregunta...

- ¿Qué hora es?
- Las 7 tío, se me ha hecho cortísima la noche... -respondo yo-
- Puuuffff -Se levanta y se estira en medio de la habitación, mientras todos (menos Laura, otra vez dormida) contenemos la risa-

Se vuelve a sentar en la cama, con la cabeza entre las manos

- Venga Alberto, ve al baño que estas ya levantado -parece que empieza a olerse algo y vuelve a tumbarse-

- Hasta que no vayáis alguno, yo no voy -refunfuña desde la almohada-

Todos nos reímos y, tras tocarle un poco más las narices, es hora de volver a dormir.

7 AM

Ahora sí, las 7, comienza nuestra excursión...

(A todo esto, a mitad de noche me despierta laura partiéndose de risa y diciendo algo de una botella abierta. Yo, medio dormido, me río con ella. Al día siguiente le preguntamos y no se acordaba de nada, ni de hablar con Mono y decirle "estoy despierta, estoy bien, estoy despierta")

Continuará...

viernes, 10 de octubre de 2008

Analicemos mi situación...

En una esquina tenemos al maravilloso punto 1:

1- No soy el tío más contento de mi empresa porque...
1.1 Trabajo mucho más de lo que esperaba.
1.2 Hago trabajos que no tienen que ver con mi proyecto, y querrían que hiciera más aún.
1.3 Se supone que estoy de erasmus pero no salgo entre semana, me levanto todos los días a las 8 y vuelvo a casa a las 6.
1.4 No me pagan

En la otra esquina del ring tenemos al Sr. Punto 2:

2- Estoy en un stand de nuevas empresas donde
2.1 Tengo que vender las bondades de la empresa
2.2 Tengo que reclutar a nuevos ingenieros para que "trabajen" con nosotros. Donde trabajar no implica cobrar, claro (pero ellos no lo saben)
2.3 Llevo aquí desde las 8:45 y han pasado 3 personas
2.4 No he hecho absolutamente nada útil en todo el día, y menos aún que tenga que ver con mi proyecto
2.5 Le he dicho a mi jefe que si me podía ir antes porque me voy de viaje con mis amigos y me ha dicho que no
2.6 En definitiva, ¿qué pinto yo aquí?

Sé lo que me vais a decir todos (lo que casi todo el mundo me dice), pero por otro lado el proyecto es chulo y me da miedo dar el salto e irme de la empresa quedándome sin nada... En fin.

miércoles, 8 de octubre de 2008

El mundo es un pañuelo, v1.0

Pues sí señores, qué casualidades hay en la vida.

La semana pasada entró a trabajar un chico español a mi empresa. Es de Vinaroz pero ha estudiado en Barcelona, hasta aquí nada apasionante. Pero hoy, hablando en la comida, hemos descubierto que compartió habitación 1 año con mi primo Borja!

Ya es coincidencia, la de gente que hay estudiando en Barcelona y le toca mi primo.

PD: La china se fue el sábado :( :( Me quedé con su tabla de cortar (que me la habían robado/deslocalizado), un cuchillo suyo (el mío también deslocalizado) y su jabón de lavadora para ropa blanca, pero se olvidó de dejarme sopa hecha.

viernes, 3 de octubre de 2008

Mi mamá china en Suiza

Segunda entrada consecutiva donde menciono a mi madre, ¡lo siento Mamá, sé que no te gusta! Pero es que esto te va a gustar aún menos: he encontrado otra mamá en Suiza.

El miércoles fue el día de la adopción. Llego de trabajar, las 6, estoy cansado pero decidido a hacer deporte, y es que si no me pego el día sentado y sin hacer nada interesante. Voy hacia mi habitación y un delicioso olor me aborda desde la cocina. Husmeo un poco el aire, snif, snif, ummm, comida china... asomo la cabeza y veo a María (mejicana) y a Senyu (o algo parecido) haciendo una especie de tortillas de harina, tipo pan de pita, y cocinando diversas cosas.

Entro, saludo, y estoy un rato hablando con ellas. Estoy ahí 10 minutos viendo como cocinan y generando jugos gástricos (normalmente como a la 1, así que a las 6 tengo hambre), y por fin decido ir a correr. Tímidamente les digo que me guarden algo "para probar".

Vuelvo de correr, estoy cansado y sudado y me dirijo a mi habitación, pero ahí está Senyu con comida esperándome. Me siento, cojo un trozo de tortilla, pongo un poco de relleno (vegetal) y lo pruebo: buenísimo. Deben verme ojos ansiosos (ya sabéis como soy con la comida) porque me dicen que coja sin miedo, y acabo comiendo el que más: revuelto de una planta china extraña, una sopa densa y más pan con vegetales. Me despido satisfecho y agradeciendoselo mucho a la mujer, que se pone muy contenta de que me guste su comida:



Según consigo entender, se va mañana jueves a algún lado, pero no sé donde.

Jueves

Vuelvo de trabajar, las 6:30. Entro a la cocina pero ahí no hay nadie, pero sí que hay un perolo de sopa china... Voy hacia mi habitación y de repente escucho a María y Senyu bajando. Parece que no se ha ido! Pienso rápido y ruinmente: me hago el remolón en la puerta, hago un poco de tiempo y cuando ellas van a salir de la escalera, ¡tachán!, hago como que acabo de llegar: ¡funciona! Me tomo dos cuencos de sopa china (esta vez con harina, mejor que la anterior) y más revuelto.

Me vuelvo a despedir feliz y contento, pero parece que hoy o mañana se va definitivamente.

Viernes

Vuelvo de trabajar y me voy a hacer la compra. A las 7:15 llego a casa, voy a mi cuarto y vacío la mochila, salgo a la cocina... ¡y ahí está Senyu! ¡Y con una cacerola con sopa! Me ha dicho que ella ya ha cenado, pero que cuando cene coja un poco de sopa, y eso voy a hacer ahora, osea que si me disculpáis, estaré tomando sopa china :-)

PD: Creo que mañana se va. O eso he vuelto a entender, vaya. Igual cuando dice "I am leaving tomorrow" en realidad quiere decir "Tomorrow I will feed you again". Yo sólo sonrío.

jueves, 25 de septiembre de 2008

¡Mamá, salgo en internet!

Pues sí señores, soy famoso: salgo en una importante página como parte fundamental del equipo de desarrollo.

Resulta que "mi" empresa está en la final de un premio bastante importante (dan medio millon de euros...), y el primer día que llegúe me dijeron "hay foto de equipo", así que me planté en primera fila para que vieran quien lleva realmente en la empresa además de, por supuesto, ser el más guapo y apuesto.

Aquí me podéis ver!

De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Jochen (mi jefe), Jeffrey (otro jefe), Martijn, Markus, Yo y Laurent.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Pichuel está en Lausanne

Pues sí, como lo oís: he encontrado el famoso pueblo de Pichuel, y está en Lasaunne.

No ha sido un descubrimiento intencionado; de hecho, no es posible llegar a Pichuel si de verdad quieres llegar, es él el que decide si llegas o no.

No sé si es legal, pero aquí está el mapa de Lausanne con la localización de Pichuel y otros sitios de interés:



La línea azul es el camino óptimo a mi residencia: 20-25 minutos
La línea roja es el camino que me hicieron tomar las sirenas de pichuel: 1 hora

Podrían haber elegido otra hora para llevarme a su precioso pueblo, porque a las 3 de la mañana no acabé de disfrutar del paisaje, pero nunca puedes rechazar una invitación del alcalde de Pichuel... nunca sabes si habrá una siguiente.

Otra experiencia que me ha aportado la visita a Pichuel ha sido descubrir que los Lausaneses no frecuentan los prostíbulos, la calle estaba totalmente desierta, aunque pensándolo bien, es probable que fueran los Pichuelenses los que la vacíaran para que llegara a su pueblo sin incidentes.

Ahora bien, todos sabemos que Pichuel está en todas partes... ¿dónde más habéis encontrado Pichuel?

jueves, 18 de septiembre de 2008

Mi habitación

Lo prometido es deuda, aquí tenéis unas cuantas fotos de mi habitación:



En primer lugar, la entrada. Hay armarios a un lado y al otro el baño. El pasillo queda un poco angosto.

La nevera es lo que sobresale un poquito a la izquierda, una foto más detallada:




Y aquí la comida que no necesita refrigeración :)





Una foto de mi cama:





La pared de detrás, el baño:



Y por último, donde estoy sentado ahora:




La mesa está hecha una desastre porque todavía no he colgado los regalos y los tengo puestos encima...

Bueno, y aquí termina esta apasionante entrada ;)