jueves, 6 de noviembre de 2008

Viaje a la fábrica de chocolate

(Si es la primera vez que oyes hablar de la visita de Isabel, lee esto primero y después esto)

Y por fin llegó el día...

Trabajo hasta las 12:40 y voy hacia el metro, donde me encuentro con Nacho y Tato (valenciano), dos de nuestros compañeros de viaje. En la estación de tren nos encontraríamos con el resto de la expedición


Arriba: Simone, Yo, Tato, Nacho; abajo: Isa, Helöise, Alberto, Benjamin


Para que vayáis conociendo a la gente, de mi residencia son Simone, Helöise (suizas) y Nacho y Alberto. Tato es de otra residencia y Benjamin es un amigo de Simone de visita.

Como iba diciendo, quedamos en la estación para coger un tren hacia broc a las 13:30, parando antes en Paleziux y en Bulle y llegando a nuestro destino final a las 15:35.

Salir en tren desde Lausanne es, en si mismo, hacer turismo de paisajes. Camino a Paleziux tenemos a ambos lados viñedos pintados de amarillo por el otoño; un poco más abajo, el lago envuelto en niebla; y escapando de esta, al fondo, las cimas de los alpes



En Paleziux cogemos otro tren que nos lleva a Bulle, y el paisaje cambia: ¡nieve! ¡Primeros paisajes nevados del año!



Pasa el tiempo, nos acercamos a nuestro destino y nuestros nervios van en aumento. ¿Cómo será la fábrica? ¿Realmente podremos comer todo lo que queramos? ¿Acabará Alberto en la cárcel por llenar todos sus tupperwares de bombones? Y en la mente de una que yo me sé...



Cavilación a cavilación, llegamos a Broc: las 15:35, ¡a tiempo! La fábrica se ve desde la parada de tren y, sin dudarlo, nos encaminamos a paso ligero hacia ella. A la entrada hay una señorita que nos indica que primero hay un audiovisual; después de ver este, en las paredes de un pasillo está la historia de la fábrica, con fotos de los fundadores, su historia, sus innovaciones, etc.; en la siguiente habitación te explican los frutos secos que utilizan, y hay enormes sacos llenos de avellanas, nueces, almendras y otros que no consigo identificar; a continuación, llegas a una estancia donde te explican el proceso de fabricación del chocolate, con sus diferentes fases y modalidades; y por último, La Sala: una hilera de vitrinas bajo las que se expone toda la gama de chocolates Cailler, y encima de estas vitrinas... ¡bandejas y bandejas con chocolate y bombones!



Me ha costado mucho recordar las salas de la fábrica porque, por supuesto, no vemos el documental, no leemos la historia de los fundadores de la fábrica y no paramos más de 3 segundos a ver el proceso de fabricación del chocolate. Lo único que hago en este trayecto es comer una almendra quemada/podrida que cojo de uno de los sacos de frutos secos.

En nuestra defensa, dire qué -además de la obvia- tenemos otra muy buena justificación para este escaso interés. Íbamos tranquilamente andando leyendo tooodas las paredes e interesantes reseñas históricas cuando, a lo lejos, aparece nuestra peor pesadilla: ¡un gigantesco grupo de chinorris/japoneses! Son muchos... demasiados como para hacerles frente. Sólo tenemos una ventaja sobre ellos: como todo grupo de japoneses, van acompañados de una guía que les explica con detalle todas las salas. Si antes ya prestábamos poca atención, tras el avistamiento del enemigo nos dejamos guíar por nuestros instintos e ignoramos todos los detalles que no nos llevaran hacia la sala del chocolate. Y es que los japoneses pueden ser muy peligrosos...

Llegados a la sala, y sabiendo que el enemigo acecha, nos lanzamos sobre las bandejas de bombones: rellenos, sin rellenar, con frutos secos enteros, con frutos secos troceados, de naranja, con praliné, con caramelo, con leche, noir, con café... ¿Huelo envidia, amigo lector?

Es verdad que hay muchas fotos del chocolate, de nosotros, del paisaje... pero no hay ninguna de la persona mas importante y poderosa de la fabrica: la reponedora. En la sala de degustación hay una señorita cuya única función es reponer las bandejas cuando se acaban los bombones. Mientras estas están llenas permanece en la sombra, pero cuando los restos de chocolate entran en números críticos, sale de la nada y vuelve con la bandeja repleta. Estas idas y venidas facilitaron la tarea de los avezados españoles, cargados con cofres para meter el botín (cofres, cofrecitos y COFRES).


Piratas anónimos mostrando el botín después abordar un barco Suizo


Pasa el tiempo en la sala y nos concentramos en comer (y llenar botes). De repente, escuchamos el terrible silencio que produce un grupo de japoneses en movimiento, pero como somos educados, no tenemos el ansia de antes y sabemos perder (léase: ¡eran demasiados!), nos echamos atrás despidiéndonos de nuestros pequeños. ¿Os imagináis un grupo del IMSERSO español visitando una fábrica con buffet libre de chocolate? Puedo ver la escena en mi mente: la fábrica cerrando, peleas por "ese bombón era mío", "espera que lo meto al bolso para mis nietos", "este para mañana para merendar"... Pues no, no es así. Los japoneses se ponen en fila de a uno y se van tan rápido como vinieron, cogiendo 2 bombones por el cámino, 3 los más malotes del nipón. Sorprendidos, nos lanzamos sobre las bandejas y seguimos a lo nuestro: zampar y botinear. Os dejo con algunas imágenes tomadas por el sistema de seguridad de la fábrica


Ladrones en pleno robo



¡Atención, llamar a la reponedora!



Elemento más peligroso del grupo



Imagen robada a sospechosos. Evidencias del robo.


16:05. Han pasado 30 minutos desde que llegamos a la estación de tren. Estamos a reventar, hartos de comer bombones, con los tupperwares llenos y sin ganas de ver chocolate por una temporada. Ahora sí, estamos un rato viendo una salita donde fabrican chocolate y cuya única operaria debe estar harta de que la gente la mire.


Máquina que daba vueltas, y vueltas, y vueltas...


Declaraciones de una visitante que prefiere mantener el anonimato:

"Era demasiado bueno para ser cierto. Estaba segura de que en cualquier momento llegaría la reponedora y nos echaría, o dejarían de sacar chocolate, o la fábrica cerraría... o peor aún, llegarían los japoneses y se lo comerían todo. Estos lúgubres pensamientos me asaltaban continuamente y, a causa de esta presion, comía sin parar, rápido y sin deleitarme tan apenas en el sabor de los chocolates, mezclando todos los tipos en la boca. Me veía con 3 y 4 bombones en cada mano y con la sensación de que debía comer deprisa para abarcar el máximo en el menor tiempo posible. Todo esto hizo que disfrutara menos de la experiencia, pues pronto me empaché y no pude gozar de cada uno de los sabores como se merecía"

Volvemos a la salita de entrada de la fabrica y la misma mujer que nos atendió antes nos mira ahora con suspicacia. Probablemente piensa que somos alergicos al chocolate y que solo nos ha dado tiempo a ver el vídeo. Pobrecitos españoles, murmura meneando la cabeza (suspicazmente).

Para compensar las perdidas -y porque estaba barato-, todos acabamos comprando chocolate acorde con lo que habíamos "robado": yo me gasté 3 francos, Alberto 25. Este último, no satisfecho con haber quedado registrado en los registros de Most Wanted y Persona Non Grata de Cailler, protagonizó la última anécdota de la fábrica.

Era el último día de apertura al público y los empleados habían preparado un pequeño ágape para celebrarlo: agua, zumo de naranja, pringles, salchichón y un par de botellas de champagne. Alberto, que es muy andalú y mu echao p'alante, pensó que era buena idea preguntar si también podíamos coger de eso. Os podéis imaginar la respuesta y la mirada de las mujeres que lo estaban preparando.

Por fin, salimos al exterior y la luz del sol y el frío nos devuelven al triste mundo donde no te regalan chocolate. Nos dedicamos a pasear un rato por el pueblo, hacemos recuento de tesoros y alguno hasta tiene valor para comer otro bombón...



El siguiente tren no sale hasta las 17:30 y como no hemos hecho nada de ejercicio en todo el día, decidimos dar un paseo hasta la siguiente estación. Sin este paseillo, el viaje habría quedado un poco vacío: 6 horas de tren para 30 minutos de turismo. La verdad es que es de lo mejor del viaje: podemos digerir el chocolate, dejar de hablar de él, reirnos, hacernos fotos... Además, nos permite tomar un poco de distancia de la fábrica y darnos cuenta de que hemos visitado una mínima parte de ella. ¡¿Cuántas salas de degustación nos habremos perdido?!


Vista general de la fábrica (la nave de la izquierda y el edificio blanco). La zona de visitas es una mínima parte del centro-derecha (como el PP)



Detalle de la fábrica. La zona de visitas es justo donde se corta la foto


Sobre las 17:40 llegamos a la estación de Broc (la de la fábrica se llama Broc-fabrique). Llega el tren. Llegan las horas, se van; viene Lausanne. Las 8:30.


¡Adios Broc! ¿Volveremos a vernos?


A las 9 estamos en la residencia, pero aún no estamos cansados de convivencia: hago espaguetis para 8 y cenamos todos. ¿Y de postre? ¡Acertasteis!, mandarinas de valencia :-)

A todo esto, mi catarro fue el castigo por mis pecados y me fue robando la voz a lo largo del viaje. Por la noche, para poder hablar con la gente tenía que acercarme hasta su oreja y decir lo que quisiera, así que cuando llegó el momento de decidir entre salir por ahí o meterse a la cama, mi balanza estaba claramente inclinada hacia el colchón, el edredón y la habitación calentita...

Buenas noches Suiza, gracias por tu chocolate.

(Esta entrada se la dedico a mi padre y a mi hermana, que se estarán muriendo de envidia)

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Jaaaaajajajaja. Me parto!
lo mejor los guiños cómicos con las fotos del broc y lso japoneses.
Y sabes qué es lo más increíble? que no me da envidia, porque no me gustan los bombones!

Anónimo dijo...

tu padrec no lo se pero tu hermana un rato..ahora que si vamos a verte me desquitare...por cierto, lo de los tuppers es premeditacion y alevosia eh?

Anónimo dijo...

Jajaja, que putos ladrones... lástima que a mí, como a #1 no me da mucha envidia, porque el chocolate tampoco es mi pasión...

Miguel dijo...

Los tuppers "aparecieron" en nuestras mochilas :-)

Tengo que escribir la última entrada de la visita, pero hace ya 2 semanas y me da una pereza... igual os dejo con unas pocas líneas y ya está.

Anónimo dijo...

Jajaja me imagino perfectamente a Isa estresada por la llegada inminente de los japoneses comiendo a dos carrillos!

Sigue con estas cróncias tan buenas y las fotos frikis como la de los japoneses :)
Besotes
IRene

PL dijo...

Supongo que los edificios que no visitasteis era el almacen de bombones para el publico...sino de donde iba a estar sacando los bombones la reponedora, de la maquina? Ninguna maquina puede ser capaz de producir bombones a la misma velocidad que vosotros os los comeis...

Anónimo dijo...

Sois unos crack, me llevo mi taper para la próxima (que la funda de la cámara no da para tanto...), buena idea, gracias ;)